Día cero: preparados, listos... ¡YA!

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lunes, octubre 23, 2006

Día cero: preparados, listos... ¡YA!

Si, ya cambiaré el título del post que a mi tampoco me gusta.

¿Qué mejor forma de comenzar un diario que por el principio? Pues bien, vamos a ello.

La verdad, no tenía claro que fuera a ir a Japón de vacaciones. Había estado todo el verano muy ocupado con un proyecto que había que tener listo para septiembre y ni siquiera había tenido tiempo de pensar en las vacaciones. Por otro lado, no tenía una especial motivación por tomarlas... ¿con quién iría? ¿qué haría yo solo por ahí?; pero no quedaba más remedio que hacerlas, o en caso contrario la empresa no iba a compensarme las vacaciones que no habia hecho.

Por otro lado, tenía ganas de alejarme de casa una temporadilla, así que al final lo decidí. ¡Lo mejor era irme a la otra punta del mundo! Asi que, "a Japón" me dije.

Cabe decir que, a pesar de conocer el idioma y de tener ganas de ir alguna vez, tampoco era algo con lo que soñara. Pero de todos modos, quería tener la oportunidad de ir por mis propios medios, en plan de diversión, antes de ser mandado allí por trabajo o por cualquier otra circunstancia.

Por mi estupidez desgracia, decidí muy tarde lo del viaje, así que ni pude programar un periodo más largo ni pude conseguir un billete de avión por menor precio... aunque tampoco me puedo quejar demasiado.

Pues bien, una vez tenía todos los preparativos hechos, solo sería cuestión de esperar hasta la fecha. Para mi sorpresa, no me encontraba especialmente nervioso... no se si es que ya me he acostumbrado a los aeropuertos o qué. Echo de menos el ponerme nervioso antes de un viaje.

El día del vuelo, me levanté a eso de las 4. Tenía que estar allí a las 5AM ya que mi vuelo hacia Frankfurt salía a las 7. Allí tendría que hacer una escala de cinco horas (si, cinco horas de mierda) hasta que saliera mi vuelo en dirección a Osaka.

El vuelo de Barcelona a Frankfurt no tuvo nada de especial. Si acaso, lo único a destacar era una alemana guarrilla, que no estava mal, que parecía más preocupada por exibirse que por el vuelo en si. Aburrido por sus intentos frustrados de llamar mi atención, decidí comenzar a leer un pequeño comic que llevaba conmigo para el viaje: "Metropolis, The Wonderful Journey", de Osamu Tezuka.

Embaracamos en el avión (chiste friqui: ¿por qué no se puede decir "enavionamos"?) y bueno... intenté mantenerme despierto durante el vuelo pero el madrugón se dejó notar y estuve durmiendo hasta llegar a Alemania, a pesar de la guarrilla te(u)tónica que se sentaba un poco más adelante y del cómic de mi admirado Tezuka Sensei.

Al llegar al Aeropuerto de Frankfurt, antes que nada busqué algún lugar para mear. La verdad, ese aeropuerto me parece un caos y tardé en dar con alguna puerta con el simbolito del hombre y el hombre con falda. Una vez con menos peso, solo era cuestión de buscar la terminal B, desde la cual saldría mi vuelo en dirección al aeropuerto de Kansai... cinco horas más tarde.

Para los que no conozcan el aeropuerto de Frankfurt, a parte de repetir cuantas veces sea necesario que es una puta mierda capaz de ser creada solamente por las corruptas mentes alemanas, diré que es un aeropuerto "famoso" por el pasillo que une las terminales A y B, que es muy largo y cuya iluminación va cambiando de color. Vamos, para hacer que los paletos que van a subir por primera vez a un avión tengan una mayor sensación de sentirse especiales... o bien para provocar que los borrachos que vuelven de juerga de Mallorca vomiten en ese pasillo antes de hacerlo en la terminal o en el propio avión.

Tras ser comprobado mi pasaporte para entrar en la terminal B, comencé a pulular por ahí. Tenía en mente comprar un par de cosas en las tiendas del aeropuerto. Una de esas cosas era un adaptador de enchufes, y la otra... bueno tal y como pensaba finalmente no la necesité pero no estaba tan seguro de ello, y aún así no lo compré. A parte, otra cosa que me echó para atrás fueron los precios de las tiendas de los aeropuertos. No es que me sorprendiera, ya sabía previamente qué me iba a encontrar, pero decidí que mejor comprar lo que fuera cuando llegara a mi destino.

La terminal del Aeropuerto de Frankfurt tiene la particularidad de que a penas hay lugares para sentarse sin pagar. Por supuesto, habían algunos asientos ocupados por marujas y grupos de chinos y negros, pero demasiado pocos para todos. La otra opción era sentarse en alguna cafetería o McDonalds de los que habían por allí, asi que al final opté por esta segunda opción.

Entré al McDonalds del Aeropuerto (creo que todavía guardo el ticket, luego lo escanearé y lo colgaré aquí para completar la fricada) y me pedí un McMenú asiático topeguay, ya que iba a Asia, había que prepara el estómago para lo peor... ¿y que mejor que una bazofia macdonaldiana?. Luego me arrepentí porque creía que en el menor descuido me iría por las patas abajo, pero afortunadamente no pasó.

A medida que se iba acercando la hora del despegue de mi avión, iban apareciendo cada vez más y más japos... especialmente viejas. Joder, ya podría ser una expedición de PlayBoy Japan en lugar de un puto grupo del inserso japonés. ¡Pero cuánta vieja, dios mio! Habían algunas que estaban hechas polvo. Seguramente su evidente desgaste sería consecuencia no solo de su decrépito estado senil, sino también del estilo de turismo japonés: "vamos de viaje a Europa" significa "vamos a hacer un viaje de cinco días, vuelos incluidos, en el que una vez bajados del avión nos montaremos en un autobús y estaremos cada uno de estos cinco días en un país distinto por lo menos"... así estaban. Ah, cuando no habían viejas, habían japos calvos vestidos de pingüino.

Occidentales eramos pocos. Una vez entré en la sala de espera, unos 15 minutos antes de embarcar, había sentada cerca una chica con rasgos eslavos, con unos ojos muy bonitos... pero con un diente de oro que merecía la más violenta reacción en contra de ella. No, no iba a ser yo quien le diera su merecido... al fin y al cabo soy todo un caballero.

Tras escuchar las oportunas instrucciones en japonés y en inglés, dirigidas principalmente a las débiles mentes de los ancianos nipones, que indicaban por qué escalera había que embarcar en función del número de asiento, bajamos por las escaleras del finger (pa que veais que yo también se inglés) hacia el autobús que nos llevaría al avión. Al llegar el autobús, subí por la escalera y, tras esquivar a nosecuantas japoviejas, llegué a mi reducido asiento. Al lado mío se sentaba un hombre de negocios Austríaco, bastante simpático a pesar de ser medio teutón (nótese que esta vez no pongo paréntesis encerrando la "u") y que sabía español. No es que estuvieramos todo el rato hablando, pero al menos el viaje se hizo menos tedioso.

Pues nada, durante el vuelo intenté dormir lo que pude, disfruté como un loco de grandes películas con títulos como "el diablo vistre de Prada" y no recuerdo cual más, me zampé todo lo que nos endosaban los de Lufthansa (rufutohansa) y de vez en cuando hablaba tonterías con el austríaco que se sentaba a mi lado.

Meé. Era la primera vez que meaba en un avión. Los vuelos que había hecho hasta la fecha no lo habían requerido pero, un vuelo intercontinental es un vuelo intercontinental. Me llamó la atención el ruido que hacía el retrete al vaciarse, pero como la situación aerea actual es complicada y no quería levantar ningún tipo de sospecha por una estancia más prolongada de lo normal en el aseo, sólo me limité a probar una vez por cada meada la mágica cisterna del avión.

A mitad del vuelo, todos aquellos pasajeros de raza caucásica recibimos una targeta para el control de inmigración, que deberíamos entregar una vez llegáramos al Aeropuerto. Digo yo: ¿y si hubiera sido Chino, Filipino, Norcoerano o Jamaicol?... pues simplemente tendría que haber sido yo el que, antes del control de inmigración, hubiera tenido que coger una de las fichas disponibles en el aeropuerto y rellenarla; ya ves tu. Ah, impresionantes las preguntas de las fichas: a parte de preguntar nombre, dirección, número de pasaporte y ocupación, preguntaban cosas tan útiles como la cantidad de dinero en efectivo que llevabas encima, y preguntas para evitar la entrada de subnormales o gente con deficiencias mentales al pais, como ahora si llevábamos sustancias ilegales, explosivos, armas o si teníamos intenciones de cometer algún acto delictivo en Japón. ¿Si no supiera ni Inglés ni Japonés, como hubiera rellenado eso?

Pues nada, pimpam pimpam, antes de aterrizar miré por la ventanilla la cantidad de nubes que cubrían el archipiélago nipón, y me cagué pensando en que tendría mal tiempo. Afortunadamente me equivoqué.

Aterrizamos en el Aeropuerto de Kansai a eso de las 8:00AM hora local. El aeropuerto de kansai es una isla artificial, que queda chula pero no se cuánto durará, y que está conectada a la isla de honshu (la isla gorda, donde estan tanto Osaka como Tokio y demás) mediante un puente larguísimo, ideal para medidas antiterroristas. También existe conexión con el aeropuerto mediante un ferry. Mu chulo.

Tras aterrizar, cogimos el trenecito que nos llevaba a la terminal, recogimos el equipaje y pasamos por inmigración. A partir de entonces adoptaría la situación "no se hablar inglés", que duraría hasta mi regreso. Casi me enrollo con la agente de policía de inmigración, que me tiró los tejos varias veces diciendome que si que bien hablaba en japonés, que si a dónde iba yo con esos ojazos, que si tenía teléfono movil... bah, lo normal.

Luego pasamos por donde nos revisaban el equipaje. No se qué tienen los uniformes de policía japoneses, pero parecen de mentira. La niña que estaba en el puesto de control por el que pasé yo daba un morbazo del infierno... hasta que abría la boca y se le veían todos los dientes torcidos :'(. Además esa tía era tope de borde, me dijo "el equipaje sólamente puedo tocarlo yo, así que aleja las manos"... claro, estaba amargada por esos dientes que tenía.

Y nada, al finalizar todos estos controles, me encontré con mi amigo Marquitos, que me esperaba en el aeropuerto para acompañarme hasta su casa, en la que permanecería hasta el sábado... pero el resto lo seguiré contando en el siguiente post.

2 comentarios:

Sergi dijo...

Jajajajaja, la pasma esa de los dientes torcidos encaja a la perfección con la definición de Mi.yuki Ise.mura (lo escribo así por motivos de seguridad). Bueno, excepto por lo del uniforme de policía. Tía borde con dentadura no muy agraciada pero mona con la boca cerrada.

Se hace muy agradable leer tus posts! Sigue escribiendo así!

Robo dijo...

Me alegro de que te gusten pero no pareces lo suficientemente escandalizado. Tendré que esforzarme más.

Respecto a las "dentaduras trampa" (como yo las llamo), cabe decir que es, desafortunadamente un fenómeno habitual (cada vez menos, eso si) tanto en Japón como en el Reino Unido. Pero bueno, aquí en Europa también tenemos un terrible equivalente:
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Si... Las Rubias de Susto!!

Las rubias de susto son aquellas chicas que, vas caminando por la calle detrás de ellas y ves una melena rubia, preciosa, y un cuerpo que no parece estar nada mal; aceleras el paso para sobrepasarla y verle el rostro y... SUSTO! Es cuando se te rompe el alma al ver lo feas que son algunas desgraciás.

弱肉強食 - jakuniku kyôshoku