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jueves, noviembre 23, 2006

Día dos (III): El castillo de Osaka

Perdonad, queridos fanes. Estos dias he estado liado y con cierto nivel de perrismo así que no he podido actualizar esto. En fin, sigamos por donde lo dejamos:

Llegamos a la estación del castillo de Osaka y salimos a la plaza que había delante. La plaza se veía rodeada por un montón de rascacielos. Era como si aquel lugar fuera una especie de pulmón verde de la ciudad o algo así.

Según íbamos bajando las escaleras que llevaban de la estación a la plaza, podíamos divisar al fondo una especie de estadio deportivo o algo así. No acabo de tener muy claro de qué se trataba, aunque tampoco puedo decir que investigara demasiado al respecto. Aproveché entonces para enchufarme las gafas de sol y así adquirir más pinta de guiri si cabía.

Para acceder al castillo había que torcer a la izquierda al final de la plaza, y luego volver a torcer a la derecha siguiendo una especie de estanque. Por el parque, antes de acceder a la zona del castillo, no había tampoco demasiada gente. Había gente haciendo actividades propias de una mañana de fin de semana; además el tiempo era bastante bueno e invitaba a estar al aire libre:
había gente paseando al perro, montando en bicicleta, haciendo fútin.

Nos encontramos un pequeño grupo que estaba practicando Yosakoi, un baile bastante chulo del cual no tengo muchas ganas ahora de explicar detalles.

Cerca de ese grupo, escuchamos ruidos de algún partido de algo. Nos asomamos tras unos setos que habían y, efectivamente, se estaba celebrando un partidillo de béisbol en un campo de tierra que tenían destinado para tal efecto. Allí en Japón, el béisbol es bastante popular. Ahora es cuando está comenzando a despuntar el fútbol, pero todavía tiene mucho camino que andar si pretende desbancar el dominio que tiene el béisbol.

Me llamó la atención que, mientras esperaban a que el lanzador lanzara la bola (o quizás fuera otra situación distinta), todos los jugadores comenzaban a pegar gritos como queriendo indicar que estaban preparados en sus posiciones, pero lo hacían de una forma tan monótona y repetitiva que al final resultava ridículo y no tuve más remedio que partirme de risa escuchándolos gritar sin ningún sentido aparente.

Abandonamos la zona y proseguimos rumbo al castillo. No mucho que destacar... ahora. Era la primera vez que veía puertas y demás construcciones así con un aspecto más tradicional de extremo oriente. Llegamos a la base del castillo e hice como pude las fotos de rigor.

El castillo actual no es el original. Al parecer se trata de una reconstrucción, pero tampoco indagué más en detalles. Si queréis saber más os vais a la wikipedia, que es gratis majos. Se podía subir y todo al castillo, pero la verdad, ni a Marquitos ni a mi nos apetecía, así que preferimos dar un vistazo al parque presidido por el 大阪城 Ôsaka-jô.

El parque estaba lleno de familias, de turistas (sobre todo coreanos) y de gente que hacía cosas para que les echaran dinero: desde un tio disfrazado como el muñeco-payaso del famoso "kuidaore" (luego explicaré qué quiere decir esto) hasta una tia vestida con una armadura de samurai, pasando por un tio que le hacía putadas a un mono en medio del parque.

Otra categoría era la de los monjes, cubiertos por un gran sombrero que les ocultaba el rostro y sujetando un pequeño cuenco con ambas manos para recaptar las limosnas. Estos eran respetables.

Por los alrededores del parque circulaba un pequeño trenecito de estos cursiles para guiris que hacía un recorrido turístico por el mismo. Pasé de montar: todavía guardo un mal recuerdo de cuando me monté en uno de estos trenecitos estando en Burgos.

Adentrándonos más por el parque, había una zona que era algo así como un templo o algo. Allí había un montón de guiris (quizás fueran gabachos) sentados en unos bancos delante de un autobús. Uno de ellos iba vestido de novio al estilo japonés, por lo que seguramente se tratara de alguna boda mixta. Si no hubieran sido gabachos quizás hubiéramos intentado colarnos de gorra en la ceremonia y en el convite, pero conociendo a los gabachos y conociéndonos a nosotros mismos, decidimos seguir por nuestro camino... ¡¡¡hasta nos aguantamos las ganas de tirarles piedras!!!

Empezó a entrarnos un poco de gusa y estuvimos mirando a ver si encontrábamos algún sitio interesante entre la multitud de tenderetes de comida que habían por allí, pero ninguno no acababa de convencer, así que decidimos abandonar la zona del castillo.

Al dirigirnos hacia la salida vimos el skyline que teníamos frente a nosotros, todo lleno de rascacielos. De repente me percaté de un avión que, como la mayoría de los que sobrevuelan Osaka, se ve demasiado cerca. Este avión se cruzaba en el horizonte con un rascacielos. Mi mente perversa me ordenó hacer una foto, pero llegué demasiado tarde y no pude reflejar la imagen que buscaba... :'(

Antes de volver a la estación del tren decidimos pasarnos de nuevo por la zona de deportes. El beisbol había acabado, pero por ahi quedaban algunos que estaban echando un partidillo de fútbol. Aprovechando la pinta de guiris que teníamos y la camiseta de la selección española de Marquitos y su cámara reflex decidimos ir a hacer el gilipollas un poco.

Esto consiste en hacer como si estuvieras observando el juego de los japonesitos, hacer como si tomaras notas y comentaras lo que hace uno u otro y de vez en cuando soltar alguna foto. Misteriosamente, al percatarse de nuestra presencia, la intensidad del juego se vio súbitamente incrementada, todos luciéndose haciendo lo mejor que podían y de vez en cuando mirándonos de reojo X'D. A esta técnica se le llama "hacerse el interesante" o "hacer el capullo", pero es divertido.

Bueno, tras haber hecho un poco el subnormal y habernos reido tanto de ellos como de nosotros mismos, dirigimos a la estación del tren. Recuerdo que, mientras nos acercábamos, un grupo de coreanitas se acercó a un tenderete que tenía un japones que vendía colgantes o algo así. Este hombre se le puso a hablar en coreano a las chicas, que se sorprendieron muchísimo y se pusieron a reir sin creerse lo que escuchaban sus oidos... dios mio, ¿¡habrase visto un japonés hablando coreano!?
- Anda que si me llegan a escuchar a mi... - Le dije a Marquitos
- Te f*llan ahí mismo sin contemplaciones X'DDDDDDD - Contestó
No, no fui tan subnormal como para ir a gritarles "Annyong haseyo!!" a las niñas... que uno tiene su dignidad. X'D

Pues nada, al final sin comer ni nada nos dirigimos a la estación de tren.

Si, hoy me ha salido un post muy flojo y muy mal escrito, pero tras tanto tiempo de apalancamiento no podéis esperar nada mejor :)

Saludos.

jueves, noviembre 16, 2006

Fotos ya disponibles

¡Hola amig@s!

Hoy no hay diario peeeeero, a cambio de eso, he decidido ir colgando las fotos. Para ello, podéis ver que en la barra de la derecha he habilitado un acceso al álbum público de fotos que he creado, donde iré publicando las fotos a medida que avance en el diario.

Disfrutadlas~☆

miércoles, noviembre 15, 2006

Día dos (II): El centro cívico

Subimos al tren que estaba prácticamente vacío. Sólo había alguna que otra maruja, un chaval jugando con la Nintendo DS, una colegiala en plena simbiosis con su teléfono movil... pudimos sentarnos, que fue lo importante.

Ya empezaba a acostumbrarme a cómo me miraba la gente. Ni mucho menos, las miradas que recibíamos eran impertinentes ni incómodas, simplemente es gente que no está acostumbrada a ver extranjeros fuera de la TV y es normal que te miren un poco.

Me hacía gracia algunas chicas que me miraban, yo les devolvía la mirada con una leve sonrisa, ellas devolvían la sonrisa y, a continuación, mordiéndose levemente el labio inferior miraban tímidamente hacia el suelo... ¡¡supermonas!! >___<

Tras los pertinentes trasbordos, llegamos a la estación de Umeda de Hanshin. Para salir había que volver a introducir el billete en las máquinas validadoras. Marquitos tuvo que hacer un "ajuste de cuentas". Os explico.

Restringiéndome a lo que yo pude comprobar, allí los bonos de tren no van por "número de viajes" sino por saldo. Según dónde subas y dónde bajes, se te descontará el saldo correspondiente al trayecto en cuestión del bono que poseas. Esto quiere decir que, puede ser que llegue el momento que en un bono no te quede suficiente saldo como para poder salir de la estación de destino. Pues para eso existen las máquinas de "ajuste de cuentas", en las que introduces tu bono, el dinero que te falta para salir y te devuelve tu bono más un tíquet.

Para salir se mete entonces en las máquinas validadoras el bono y el tiquet expendido por la máquina ajustadora de cuentas. Ah, la validadora SIEMPRE se queda con los títulos agotados... no me lo pude llevar de recuerdo T.T

Lo primero que teníamos previsto hacer era echarle un vistazo a Internet. Marquitos tenía que comprobar los horarios del Shinkansen para planificar la ida a Tokio el día siguiente. Yo, por mi parte, tenía que consultar el correo para comprobar la disponibilidad de la gente a la que llamé el día anterior y con quienes no pude ponerme en contacto.

Marquitos, que es un putas se las sabe todas, me llevó a una especie de centro cívico, un centro de recursos y bienestar social que había en una de las plantas de uno de los rascacielos cercanos a Umeda.

Mientras caminábamos a aquel lugar, me fijé que en la acera existían unos relieves en forma de tacos, bastante notables, cuyo propósito era servir de guía a los ciegos. Según el patrón de los relieves, podían determinar si estaban en un camino o si estaban delante de algún sitio que requeriese mayor atención, como ahora unas escaleras, un paso de peatones, etc.

La verdad, el verlo me sorprendió y pensé que nosotros también deberíamos tomar ejemplo y demás... pero, al llegar a Barcelona me di cuenta que esto también existe, desde hace mucho tiempo además, pero no de una forma tan exagerada. Eso si, en el caso de Barcelona, tan sólo he podido percatarme de la existencia de estos sistemas de guía para ciegos dentro de las estaciones y otros lugares públicos. En Osaka, estaban por doquier... quizás llegaban a exagerar en algunas ocasiones.

Y es lo que no acabo de entender de Japón: ¿cómo es que un pais tan usui, donde los matices tienen tanta importancia, donde el lenguaje deja muchas cosas por entendidas, etc... es tan basto y tan bruto para otras cosas? Quizás sean estos contrastes lo que lo hacen tan atractivo para nosotros, los no-japoneses.

En fin, llegamos al rascacielos en cuestión, cogimos un ascensor enorme y nos bajamos en la quinta planta, donde estaba ubicado este centro de bienestar social.

Era una planta con varias dependencias. En el vestíbulo estaba la recepción con un par de chicos, y un montón de mostradores llenos de folletos informativos de todo tipo: desde profesores particulares, grupos excurionistas, clases de baile, de artes marciales, información turística, etc.

Habían dos columnas de aproximadamente un metro de diámetro cada una, alrededor de las cuales habían colocado un disco de cristal que servía de mesa sobre la cual reposaban cuatro ordenadores portátiles del año catapúm, atados a dicha columna con cadenas. Doy las sillas por supuesto. En las columnas también habían escritas las normas de utilización de los PCs, en japonés, coreano, "putón juán" (chino mandarín... X'D) e inglés. Para poder utilizar los PCs había que apuntar el nombre en un registro situado en recepción.

Comprobé el correo y en uno de ellos estaba reflejado el número de teléfono de una amiga a quien tenía que llamar. Ya lo tenía, pero como no estaba seguro si lo había apuntado bien en su momentó, decidí apuntarlo de nuevo. Me acerqué a recepción, pedí al chico que había un papel y un boli... y casi me da una papelería entera xD

Yo terminé de utilizar el PC antes que Marquitos, así que mientras le esperaba decidí pulular un poco por el centro para echar un vistazo a los folletos de información que habían por ahí. El dia siguiente tenía la intención de ir a visitar Nara, así que quería intentar informarme un poco más antes de ir allí.

Abandonamos el edificio y nos pusimos de camino hacia la estación de Osaka de JR. Una vez llegamos, nos fijamos que cerca de la entrada había una especie de oficina de información turística. Como el día siguiente no me iba a quedar más remedio que quedarme solo, entramos para conseguir aunque fuera un plano, ya que el chollo Marquitos se terminaba.

En el interior habían dos turistas americanos caucásicos que estaban siendo atendidos por una de las empleadas. A nosotros nos atendió otra mujer a la que le costaba evitar hablarnos en inglés. Me facilitó un mapa de la red ferroviaria de Osaka y alrededores, un horario de trenes de la estación de Osaka y algún que otro panfleto sobre Nara.

Una vez conseguido el material que necesitaba, decidimos, por fin, comenzar a hacer turismo por Osaka. El primer sitio que visitaríamos sería el castillo.

Mañana os cuento qué tal nos fue :P

martes, noviembre 14, 2006

Día dos (I): Empezando el sábado

Estos dias me habéis pillado perro, pero no puedo detenerme aquí. Todavía me quedan 12 días por delante y muchos fans están pendientes de que los siga explicando.

Comencemos pues con el segundo día: Sábado 7 de octubre de 2006.

Me desperté alrededor de las 10:00h. En contra de lo que creía en un principio, el JetLag (o 時差ぼけ jisaboke, como lo llaman allí) no lo noté tanto como me esperaba. También había que tener en cuenta que la noche anterior aguanté como un campeón hasta la una y media de la noche, así que dormí bastante bien. De todos modos, todavía notaba cierto dolor en los pies.

No sabía si Marquitos estaría en casa o no, y en caso de que estuviera no quería despertarlo tan temprano, asi que puse un rato la tele que había en mi habitación a ver si daban algo interesante.

No tuve suerte. No había nada que mereciera la pena por la tele: o magazines marujeros, o culebrones rancios o algún que otro documental. Si no recuerdo mal, en muchos de estos magazines hablaban del nuevo gobierno de Abe Shinzo, pero tampoco presté demasiada atención.

Creo que estuve hasta aproximadamente las 10:30 o las 10:45 perreando delante de la tele, sin hacer nada en particular. Abrí la maleta para buscar ropa limpia y decidí ir a ducharme haciendo el menor ruido posible... eso si, previamente tenía que echar una meadilla, que las cervezas de la noche anterior aun permanecían (iba a escribir "nokoreaban"... ya me vale) en mi interior.

Salí. La puerta de la habitación de Marquitos estaba entreabierta. No me atreví a abrirla y mirar por si las moscas me encontraba con algo o alguien que no tuviera que ver, así que cogí mis bártulos y fui a ducharme.

Me miré al espejo y consideré que todavía tenía una barba permisible. De todos modos, no podía afeitarme ya que, a pesar de llevar conmigo la máquina de afeitar, no tenía el adaptador de corriente todavía. De todos modos, no estaba del todo convencido de que la maquinilla pudiera llegar a funcionar a 110V/60Hz.

Conseguí regular con acierto la temperatura de la ducha. Pude ducharme agusto :).

Al salir, Marquitos ya se había despertado. No se si sería culpa mía a pesar de que intenté hacer el menor ruido posible. Le pregunté si al final regresó al Snack, a lo que me contestó que finalmente pasó, porque la lluvia parece ser que agudizó y tampoco tenía muchas ganas de coger la bici y además ir cargado con el paraguas, cosa que, dicho sea de paso, los japoneses dominan bastante bien.

Mientras Marquitos se lavaba la cara y tal, sonó su teléfono con la melodía de Lupin III XD. Se lo había puesto de despertador.

El plan para aquel día no estaba claro en absoluto. Por un lado, antes de que yo llegara a Japón, dudaba si ir aquel sábado o no a visitar Hiroshima, que está a unos 400 km (?) al oeste de Osaka. Por otro lado, Marquitos tenía medio previsto ir a un pueblecico cercano a Nagoya a visitar a un amigo zainichi (Coreano nacido y residente en Japón) que tenemos ambos.

Al final, tanto los planes de él como los mios no pudieron ser, así que decidimos hacer un poco de turismo por Osaka. Él se puso unos tejanos negros y una camiseta de la selección española de fútbol y yo, pues como siempre, con pantalones y camisa. Por si las moscas, esta vez si, decidí meter en la mochila la chaqueta por si se daba el mismo caso que la noche anterior.

También me hice con la cámara de fotos. Ese día no podía permitirme el lujo de no fotografiar nada tal y como hice el día anterior... miento, le hice una foto a la noria del HEP-FIVE que luego colgaré por aqui. Marquitos hizo lo propio, pero llevando con sigo su peazo de cámara Reflex.

Creo que salimos al final de casa a las 11:30 (no estuvo mal). Los zapatos estaban secos, en la entrada, tal y como los dejamos la noche anterior. Solamente tenían un pequeño charco debajo que testimoniaban la caminata bajo la lluvia que hicimos. Nos calzamos, salimos y echamos la ridícula llave que protegía la vivienda.

Antes de coger el tren, decidimos pasar por el combini para comprar algo para desayunar. Yo solamente me hice con una lata de café con leche caliente. Marquitos compró unas pastas de chocolate. En el combini, a parte de haber alguna que otra maruja, había un chaval practicando uno de los deportes nacionales del país: el 立ち読み tachiyomi o 'lectura de gorra'. Esto consiste en pararse delante de los puestos en los que se venden libros y demás y leerlos durante tanto tiempo como sea necesario.. ahí, echándole morro con dos cojones X'D

Subimos a la estación que estaba justo encima de combini. No había prácticamente nadie. Comprobamos los horarios (bueno, los comprobó él, porque yo aún seguía sin enterarme de cómo iba el sistema ferroviario) y subimos al anden.

Mientras esperábamos el tren bebiendo lo que habíamos comprado abajo, vimos como un encargado de la limpieza se acercaba a vaciar el contenido de las papeleras. En Japón, hay que aprovechar en la medida de lo posible el momento en el que te encuentras una papelera, puesto que hay poquísimas... y paradójicamente a penas se ve basura tirada por la calle.

Las papeleras están en su mayoría orientadas a la recogida selectiva. Antiguamente (y aún en algunos sitios) la basura se dividía en dos tipos: basura combustible (papel, etc) y no combustible (plástico, vidrio, etc). Ahora la separación es más meticulosa y la población colabora activamente en ello. Hay papeleras para latas, otras para botellas de plástico, otras para periódicos usados, y otras para demás cosas.

El tipo de papeleras que te puedes encontrar depende de la zona. Están puestas con sentido común. Es decir, en una estación es raro que te encuentres un contenedor de pilas, pero si que te encontrarás papeleras para periódicos usados, del mismo modo que al lado de una jihanki te encontrarás papeleras para latas y botellas y no para periódicos.

- Anécdota que me pasó el otro día en el trabajo que viene a cuento -
Vinieron un par de japoneses a los que, cómo no, me tocó acompañar. Fuimos a tomar un cafetillo a la cafetería de la oficina y a la hora de tirar la cucharilla, uno de ellos la tiró en un contenedor equivocado. Le dije, en plan de broma "el contenedor de plásticos es el otro"...

Pues tuve que sujetar al hombre y decirle que se lo había dicho en broma porque estaba dispuesto a meter la mano dentro del contenedor para sacar la cucharilla de café y cambiarla de contenedor.
Y bueno, lo dejo aquí que ya es tarde y con esto creo que tenéis suficiente por hoy.

P.D.: Voy a ir poniendo títulos más adecuados a cada post, tanto a los nuevos como a los que ya he hecho, así que no os asustéis de momento si veis en vuestros lectores de feeds un montón de actualizaciones de golpe :D

domingo, noviembre 12, 2006

Día uno (y XI): Vuelta a casa pasada por agua

Hoy por fin terminaré el relato del primer día X'D... ¿intenso verdad? Mucha gente se pregunta cómo puedo ser capaz de recordar tantos detalles y escribirlos... pues os dejaré con la duda porque ni yo lo se, ¡asi que basta ya de preguntas absurdas!

Sigamos.

Yo ya estaba al límite. Tenía un sueño que me moría. Sería cerca de la una de la noche hora local: ¡¡¡llevaba más de 24 horas sin dormir!!! Ni el fantástico potingue que me hizo tomar E-kun podía hacerme aguantar más.

Yo no podía seguir esperando con Marquitos. La idea de quedarme dormido sentado con la cabeza apoyada en la pared en un rincon del Snack no me acababa de convencer, a pesar de que en aquellas condiciones hubiera sido capaz de dormir en cualquier sitio.

Marquitos quería seguir esperando, pero viendo mi lamentable estado decidió acompañarme a casa. Su idea era, una vez me dejara en casa, coger la bici y regresar al Snack. A esa hora, los trenes ya habían terminado por lo que no quedaba más remedio que ir a pie.

Cuando nos asomamos a una especie de balcón que había en el pasillo que compartían los distintos "establecimientos", nos percatamos de que estaba lloviznando. Era una lluvia fina pero constante... y no teníamos paraguas. De todos modos, decidimos volver a casa. Solo eran unos 15 minutos a pie y la lluvia parecía soportable.

Yo iba vestido tan solo con una camisa y unos tejanos. A la hora de salir aquella mañana decidí no llevar conmigo la chaqueta porque, a pesar de estar nublado, hacía calor. De todos modos, como no las tenía todas conmigo, metí un jersey en la mochila. Eché de menos la chaqueta, que era impermeable. El jersey lo único que hubiera hecho sería echarse a perder.

Comenzamos a caminar a paso ligero pasando en la medida de lo posible por debajo de los sitios cubiertos. A aquella hora los escandalosos shotengais estaban prácticamente desiertos. Tan solo permanecía la iluminación básica. En aquel momento agradecí que los shotengai fueran calles cubiertas... pero tarde o temprano tendríamos que salir de alli.

Temía que llegara a resfriarme. Todavía tenía 12 días por delante y resfriarme el primer día sería un faenón, pero no había más remedio que continuar caminando, lo más rápido posible pero sin correr para no resbalarse. Notaba como la lluvia iba calando por la camisa y el molesto roce de la tela mojada contra mi piel. Iba caminando con las manos en los bolsillos, para proteger en la medida de lo posible mi cartera y la documentación.

Intentábamos refugiarnos por los aparcamientos de bicicletas situados debajo de la via del tren, pero cada dos por tres habían vallas que nos obstaculizaban el camino.

A pesar de que por la calle no se viera prácticamente a nadie, excepto a algún despistado volviendo a casa en bicicleta o algún que otro coche, al pasar al lado de algunos locales del estilo del que habíamos estado (esta vez, en lugar de en bloques de pisos, a pie de calle) escuchábamos ruido de actividad humana: gente cantando en el karaoke, algún que otro borracho gritando, etc.

Por fin llegamos a casa, tras 15 o 20 minutos que sentí como si fueran 45 bajo la lluvia fina pero constante. Lo primero que hice tras quitarme los zapatos fue subir al piso, quitarme la ropa y ponerla a que se secara en un perchero que había para tal efecto en la habitación de Marquitos.
- Como mi madre vea cómo va a quedar la ropa me mata - Pensaba
Ah, en contra de lo que pensaba, no fue necesario secarme. Dios bendiga a la fibra sintética X'D.

Entré a mi habitación y extendí el futón, las sábanas y el edredón que me había dejado Marquitos por la mañana. A la hora de colocar la cabecera, no se me ocurrió otra cosa que pensar (agarraos):
- ¿Qué posición será la más adecuada para que fluya mejor el ki? Tendría que haber estudiado más a fondo el Feng-Sui.
Pa matarme... Al final dormí con la cabeza cerca de la ventana y los pies cerca de la puerta. Pensaba ponerme el despertador para levantarme a eso de las 9:30h, pero pensé que mejor descansar agusto porque si no me daría algo.

Ah, la almohada era dura, como si estuviera rellena de arena o algo granulado. No se dormía mal con eso. Ah, tampoco tuve ningún problema por dormir en el suelo... he llegado a dormir en sitios menos "dormibles" así que para mi eso no suponía ningún problema.

Fui a apagar la luz, pero para eso también había truco.

En las habitaciones japonesas existe como una especie de aplique de fluorescentes acoplado al techo, del cual cuelga una cuerdecita para encender y apagar la luz... Estos apliques tienen cuatro posiciones: apagado, todo encendido, la mitad de fluorescentes encendidos, luz de vigilia encendida. Si quieres apagar la luz, tienes que darle a la cuerda más de una vez.

Intenté hacerlo de rodillas pero tenía que estirarme demasiado para alcanzar la cuerda con la mano, asi que me incorporé un momentito y apagué todas las luces. Al principio me parecío buena idea dejarlo en posición de vigilia, pero luego no me gustó tanto y tuve que volver a salir del futón para apagarla totalmente.

Pues hasta aquí llega el relato del primer día :D

Como hoy es domingo, quizás más tarde me anime a colgar un nuevo post.

jueves, noviembre 09, 2006

Día uno (X): Descenso al inframundo - los "Snack"

Hoy parece que tengo poco trabajo, asi que mientras disimulo seguiré escribiendo la crónica. Así, cuando llegue a casa, me puedo tumbar y ver por la tele el programa de los muertos para ver cuántos la han diñado el día de hoy.

Recien salimos de la izakaya, nos dirigimos hacia la estación de Hanshin de Umeda. Serían alrededor de las 23h. Se notaba que era viernes. Estaba lleno de gente por doquier: muchas niñas enseñando chicha, muchos tios que iban de "guay", etc.

Por cierto, ahora que hablo sobre los tios, no se si he llegado a describir el estilo "moelno" que llevan muchos jóvenes por allí. Personalmente, considero que el estilo de moda que siguen los chicos japoneses es bastante cutre; a mis ojos parecían primates (no pongo "monos" para evitar confusiones). Aunque si lo pensamos, aquí en España tampoco es que podamos estar demasiado orgullosos, porque hay cada elemento por la calle que...

Lo que caracteriza a un chico "moelno" de uno que no es "moelno", a parte de la forma de vestir (que aquí sería considerado 'Hortera' en el caso de los moelnos) es el estilo de peinado. Hay muchos rubios; de hecho, me atrevería a decir que en el tiempo que estuve allí vi más kinpatsu (como llaman allí a los rubios) que en europa xD. Por supuesto, todos eran rubios de bote.

Luego se ponían el pelo con las formas más extravagantes posibles. Como si tuvieran crestas, en otro caso tapándose un ojo... muchas veces a mi me daba la sensación que habían salido a la calle recien levantados, tal cual. Mucha gomina.

De vez en cuando, en las esquinas, se podía ver a grupitos de cuatro o cinco "tios guays" en los cruces de las calles, fumándose un pitillo de forma desafiante, hablando o escribiendo mensajes por el movil, etc. Eran los llamados Hosts, buscando clientas.

¿Verdad que hace unos posts comenté que muchas mujeres buscaban estímulos fuera del matrimonio? Pues muchas de ellas recurren a los Hosts, aunque no es el único perfil de clientas del que echan mano. Los Hosts, en principio, son chicos de compañía. Te dan conversación y te hacen beber mucho... y se llevan un pastón. Los Hosts no son baratos. No necesariamente existe sexo cuando se está con un Host.

Pero claro, muchos de ellos tienen que salir a buscar clientas, por eso salen a la calle y se acercan a las mujeres para ofrecerles pasar un rato agradable (y dejarse una dineral) en el club donde ellos trabajan.

También existe la versión femenina, las Hostess, pero en este caso no es común verlas cazar clientes por las calles. No digo que no las hayan, solo digo que yo no las he visto. Ahora, como apreciación personal, creo que con las hostess es más difícil acabar manteniendo sexo que con los Hosts, aunque puedo afirmar nada con rotundidad.

Subimos al tren que estaba sensiblemente más lleno que cuando lo cogimos para acercarnos a Osaka, y paramos en la estación cercana a la izakaya que frecuentaba Marquitos.

Y si pongo izakaya en cursiva no es por capricho. Es porque es un término equivocado... ahora os explico.

Nos adentramos por un barrio en el que no había mucha gente por la calle a esas horas (no quiere decir que estuviera desierto). Las calles estaban llenas de edificios de varias plantas, de los cuales colgaban carteles luminosos que estaban divididos en un montón de recuadros, cada uno con una leyenda distinta. Estos cuadros pertenecían a los establecimientos que habían en el interior del edificio en cuestión.

Pero, ¿cómo podía ser que en un edificio de cuatro plantas, del tamaño de un bloque de pisos, hubieran más de 20 establecimientos?. Efectivamente, los establecimientos eran pequeños, y cuando digo pequeños quiero decir ¡ZULOS!

¿Que cómo se yo eso? Pues porque entramos a uno de esos zulos... ¡¡la famosa izakaya era en realidad lo que allí se conoce como Snack!!

Entramos en uno de esos edificios con carteles tan grandes y tan difíciles de leer. En la puerta había dos niñas, bastante ligeritas de ropa (hostess) que al parecer se estarían tomando un descanso o algo. Nos montamos en el ascensor y ellas se montaron con nosotros. Surgió la siguiente conversación:
- ¿No tenéis frío? - Les dije
- Nosotras siempre estamos calientes - contestó una de ellas
- ¿Os calentamos? - dijo la otra
- No gracias, las que os podríais quemar seríais vosotras - contesté
Se echaron a reir y se fueron a su lugar de trabajo. La verdad, no les hicimos demasiado caso porque tampoco eran precisamente lo mejorcito que habíamos visto por Osaka. Además, yo personalmente estaba hecho polvo. No tenía ganas de guarrillas X'D

Nos dirigimos a la puerta del local. Y digo local por llamarlo de alguna manera, porque como os he dicho, eso era un zulo... no, no era un zulo, ¡ERA UN ANTRO!

A ver, empecemos la descripción del lugar... vale, ya me he transportado mentalmente. Era una habitación de unos 7x4m con una barra de bar, detrás de la cual había una estantería plagada de cosas. La puerta estaba en el lado contrario a la barra, a la izquierda. En la pared de la derecha había un televisor de plasma.

La barra tenía un par de banquetas para sentarse, y delante de ella había un par de sofás con una mesa en el centro. En la pared contraria a la de la televisión había otro pequeño sofá con otra pequeña mesa.

Las paredes estaban empapeladas, el color era algo así como beige. De la pared había colgada una especie de lista de precios, escrita a mano sobre papel de estraza. Habían muchos rincones llenos de cosas, así desordenadas, desde revistas y periódicos viejos hasta una radio, un microondas, etc.

De todos modos, a pesar de ser un antro, no había ambiente de tal. Era como estar en el comedor de casa de algún amigo guarro (que todos tenemos alguno), pero que hubieran puesto una barra de bar en él.

Cuando entramos, en los sofás que habían a la derecha de la puerta, había sentado un grupo de unas 10 personas que estaban animadamente hablando entre ellas. Alrededor de la mesa pequeña de la izquierda, estaba la Mama del Snack sentada con una clienta de unos 50 años que venía acompañada por su hija de 26. Se la edad de la hija porque me la intentaron endosar, pero fui hábil y reaccioné a tiempo a pesar de mi deplorable estado mental.

Todo Snack tiene una Mama. La Mama es algo así como una maruja que, en lugar de enterarse por sus propios medios y mediante trucos sucios de los cotilleos del barrio mientras pasea al perro de turno, ¡¡es la gente la que va al Snack a contarle sus penas a la Mama!! Es algo así como si tu fueras a casa de la más cotilla de tu barrio a hablarle de tu trabajo, de tu familia y demás cosas mientras bebéis algo. Bueno, en el caso de la Mama es el cliente el que paga su parte y la de la Mama.

La Mama de aquel Snack... bueno, sería todo lo buena mujer que quisieras, pero para empezar, tenía una voz de aguardentosa sorprendente. El conjunto en si era un poco guarro. Recuerdo un detalle un poco escabroso: nos preguntó qué queríamos tomar y le pedimos un par de cervezas. Nos las trajo y nos dijo: "os voy a poner algo para picar", se puso la mano delante de la boca, tosió sobre ella (una tos de fumador empedernido) y, sin lavárselas, ¡¡nos trajo los platitos con las tapas!!

Ah, no es que nos hubiera invitado. Nos puso para picar porque a ella le dio la gana, simplemente.

Si Marquitos acudía tan a menudo a dicho antro era por algún oscuro motivo... no se (ni quiero saber) qué rollo tendría con la hija de la Mama. Sea como fuere, la intención era quedarnos allí hasta que llegara su hija.

Al parecer, los clientes de un Snack son en su mayoría amigos de la Mama de turno. Si alguna vez decidís entrar a un Snack os van a mirar muy raro a no ser que seáis introducidos por algún habitual al antro en cuestión. En este caso, yo fui introducido por Marquitos, y Marquitos a su vez lo fue por la hija de la Mama.

Nos sentamos con la Mama, su clienta y su hija de 26 años. Si no fuera porque estaban allí, no hubiera llegado a pensar que fueran gente rara. La conversación tocó los típicos temas: que si qué bien que hablaba en japonés, que dónde lo había aprendido, que cuándo había llegado, que si qué guapo que era... lo normal.

De repente, la Mama, en plan de coña le dijo a Marquitos (no recuerdo a cuento de qué) "PABO". Nos quedamos así como diciendo "¿Qué coño dice ahora esta tía?" y prosiguió: "PABO es 'tonto' en coreano".

Entonces le pregunté:
- Dashi'nun hangug'in imnikka? - (En coreano: "¿Es usted coreana?".
La Mama flipando, contestó:
- ¿Lo cualo? - (en japonés, claro).
¡¡Que se joda, me vengué por lo guarra que era!!

Proseguí:
- Na'nun hangugo'lul morum'nida. Shil'le hamnida. - (En coreano: "No entiendo coreano, lo siento")
Y es cierto. Todavía no se coreano, pero supe lo suficiente como para pegarme el moco y restregárselo por la cara tal y como hizo ella con la tos de antes.
- ¿¡Pero sabes coreano!?
- Que va, solo un poquito
- Ah, es que yo no se coreano
- ¿Entonces? - Respondí extrañado
- Es que me gusta decir palabras que escucho por ahí
Pues nada. Creo que llegamos a hablar un poco con los del grupo del otro sofá. Se fueron al cabo de un rato.

Yo ya estaba que no podía con mi alma, durmiéndome a la que apoyaba la cabeza en la pared. Quería volver a casa y dormir de una vez, pero esperé hasta el límite por Marquitos.

Hubo un momento en el que nos quedamos solos con la Mama, viendo la tele. Había un documental de animales si no recuerdo mal. Luego empezó a entrar más gente.

Primero, un hombre de unos 40 años que volvía del trabajo y pasó a tomarse algo y de paso contarle su vida a la Mama. No llegó a tomarse lo que la Mama le sirvió, pero eso no quiere decir que no le pagara X'D.

Luego entró otro hombre, de unos cincuenta-y-tantos, que tenía una pinta un poco más podrida. Se sentó en la barra a comer alguna cosilla. Estuvo hablando con nosotros... bueno, más bien conmigo. Se empeñaba en hablarnos en inglés, y a yo, que no me salía de los cojones daba la gana de hablar en inglés, contestándole en japonés hasta que acabó cediendo.

Según nos dijo, ese hombre había ido varias veces a España por trabajo, y había estado por los alrededores de Valencia.

Mientras tanto, el hijo de la Mama entró a comer algo. No hablamos mucho, ni ganas, la verdad.

Más tarde, entró una mujer de unos 45 años, así muy arreglada. Según me explicó marquitos, era la propietaria de un "club" del edificio en el que estábamos, en el que tenía dos hostess trabajando: sus propias hijas. ¿Serían las mismas guarrillas que nos encontramos en el ascensor?

No lo se, ni me interesaba tampoco. Yo lo que quería era regresar a casa, a dormir.

Mañana más :)

miércoles, noviembre 08, 2006

Día uno (IX): La izakaya y la chica de la falda azul

Hoy, y sin que sirva de precedente, postearé después de cenar... con lo que más que un post esto es lo que se llama un postr...
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¡¡¡Cuñaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaao!!!

Pues nada, después de esta dosis de humor inteligente prosigamos con el relato (y a ver si me quito esta puta manía de escribir en primera persona del plural, que el único que está escribiendo aquí soy yo, joé).

Nos motamos en el ascensor, acompañado por el gritador de turno, y nos metimos en la Izakaya.

Como comenté en el post anterior, una Izakaya (居酒屋) es una especie de bar de tapeo, pero al estilo japonés, y que suele tener bastante buen ambiente y musiquilla de fondo. Suele acudir casi a diario gente de todo tipo: parejas, estudiantes, jóvenes organizando un gôkon, gente que sale del trabajo, etc.

La izakaya a la que entramos era un establecimiento pequeñito, situado en un segundo piso de un edificio de una de las calles comerciales de Umeda. El sitio al que nos hicieron pasar era un compartimento de unos 3x2m en el que habían dos mesas.

Una de las mesas estaba ocupada por un grupo de un chico y dos chicas, que estaban a su bola. Nosotros, por supuesto, nos sentamos en la otra mesa, pero el cabrón de Marquitos se sentó en el sitio donde se veía mejor a la más guapa de las dos, que dicho sea de paso, vestía una faldita azul que ocupó gran parte de nuestra conversación durante la estancia en el sitio.

No recuerdo exactamente qué pedimos; de beber, una jarra de cerveza de barril bien fría para cada uno. Indispensable que sepáis como se pide una jarra de cerveza: "Namabîru Icchô!" o "Namabîru hitotsu!" si estáis fuera de Osaka.

Me parece que también pedimos Tempura, Sashimi (rodajas de pescado crudo), Tamagoyaki (una especie de tortilla con un sabor más dulce), Karaage (pollo frito) y Edamame (algo así como habas en su vaina).

Me llamó la atención que en cada mesa había algo así como una especie de timbre para avisar al camarero. Cuando el camarero se acercaba a tu mesa, se arrodillaba en plan samurai, desenvainaba su cacharro electrónico para tomar pedidos y empezaba a apretar botones en función de lo que le fuéramos pidiendo.

Ah, como no podía ser menos, tuve que entrar al WC de aquel sitio :D. Nada que destacar salvo que era muy chiquitajo... bueno ¡si!: El lavamanos.

El lavamanos era una pieza de unos 25 cm de altura y 15 cm de profundidad que estaba semi-incrustado en la pared, a la altura de mi cintura (por lo que cuando lo descubrí, estuve dudando si se trataba de un lavamanos o de un urinario) con un grifo de 1/4 de vuelta.

La conversación durante el tiempo que estuvimos allí, a parte de hablar de la niña de la falda azul que estaba sentado a nuestro lado, trató sobre su plan frustrado de juerga en Tokio aquella noche, sobre los friquis de Mandarake, y sobre todo lo que había estado viendo aquel día tan intenso.

También me comentó si, cuando nos fuéramos, dado que no había podido ir a Tokio, tenía ganas de acompañarle a la Izakaya (tal como él lo llamaba) de unos amigos suyos a la cual solía acudir bastante a menudo. Simplemente había que coger el tren Hanshin y bajar una parada antes de la estación de Amagasaki Central Pool, cerca de la cual estaba su casa. Como me parecía relativamente cercano, y me prometió que sería algo tranquilito, accedí.

Cuando pedimos la cuenta y pagamos, un empleado nos trajo un par de papeles y lápices y nos pidió si, por favor, podríamos rellenar una encuesta. Era una encuesta sobre la satisfacción de cliente. Accedimos.

La encuesta era, por supuesto, en japonés y pedía puntuar en cinco niveles que iban desde la "decepción" a la "emoción" aspectos como el ambiente del local, la atención de los camareros, si nos habían tratado siempre con una sonrisa en la cara, etc.

Al final pedían datos de contacto como nombre, email y dirección postal. Ahí puse simplemente 海外・スペイン (Extranjero - España) porque consideré que con mi nombre y email ya tendrían más que suficiente.

Lo más divertido viene ahora. Preguntaban si teníamos alguna propuesta para mejorar el servicio todavía más. Ni corto ni perezoso, escribí: "Quiero que la niña de la falda azul que está sentada al lado nuestro trabaje aquí o que os busquéis la manera de que hayan más chicas en este local, jajaja". Marquitos, escribió: "Opino lo mismo que Robo, pero que la niña vaya con minifalda si puede ser"... gran detalle que no había tenido en cuenta; gracias Marquitos.

Pero fuimos unos mierdas, no nos quedamos con dos cojones ahí a ver cómo los camareros recogían y leían nuestras encuestas. Hicimos un amago de esperar en la puerta, pero al final cedimos... muy mal por nosotros.

Bueno, mañana más~★

弱肉強食 - jakuniku kyôshoku