Día dos (II): El centro cívico

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miércoles, noviembre 15, 2006

Día dos (II): El centro cívico

Subimos al tren que estaba prácticamente vacío. Sólo había alguna que otra maruja, un chaval jugando con la Nintendo DS, una colegiala en plena simbiosis con su teléfono movil... pudimos sentarnos, que fue lo importante.

Ya empezaba a acostumbrarme a cómo me miraba la gente. Ni mucho menos, las miradas que recibíamos eran impertinentes ni incómodas, simplemente es gente que no está acostumbrada a ver extranjeros fuera de la TV y es normal que te miren un poco.

Me hacía gracia algunas chicas que me miraban, yo les devolvía la mirada con una leve sonrisa, ellas devolvían la sonrisa y, a continuación, mordiéndose levemente el labio inferior miraban tímidamente hacia el suelo... ¡¡supermonas!! >___<

Tras los pertinentes trasbordos, llegamos a la estación de Umeda de Hanshin. Para salir había que volver a introducir el billete en las máquinas validadoras. Marquitos tuvo que hacer un "ajuste de cuentas". Os explico.

Restringiéndome a lo que yo pude comprobar, allí los bonos de tren no van por "número de viajes" sino por saldo. Según dónde subas y dónde bajes, se te descontará el saldo correspondiente al trayecto en cuestión del bono que poseas. Esto quiere decir que, puede ser que llegue el momento que en un bono no te quede suficiente saldo como para poder salir de la estación de destino. Pues para eso existen las máquinas de "ajuste de cuentas", en las que introduces tu bono, el dinero que te falta para salir y te devuelve tu bono más un tíquet.

Para salir se mete entonces en las máquinas validadoras el bono y el tiquet expendido por la máquina ajustadora de cuentas. Ah, la validadora SIEMPRE se queda con los títulos agotados... no me lo pude llevar de recuerdo T.T

Lo primero que teníamos previsto hacer era echarle un vistazo a Internet. Marquitos tenía que comprobar los horarios del Shinkansen para planificar la ida a Tokio el día siguiente. Yo, por mi parte, tenía que consultar el correo para comprobar la disponibilidad de la gente a la que llamé el día anterior y con quienes no pude ponerme en contacto.

Marquitos, que es un putas se las sabe todas, me llevó a una especie de centro cívico, un centro de recursos y bienestar social que había en una de las plantas de uno de los rascacielos cercanos a Umeda.

Mientras caminábamos a aquel lugar, me fijé que en la acera existían unos relieves en forma de tacos, bastante notables, cuyo propósito era servir de guía a los ciegos. Según el patrón de los relieves, podían determinar si estaban en un camino o si estaban delante de algún sitio que requeriese mayor atención, como ahora unas escaleras, un paso de peatones, etc.

La verdad, el verlo me sorprendió y pensé que nosotros también deberíamos tomar ejemplo y demás... pero, al llegar a Barcelona me di cuenta que esto también existe, desde hace mucho tiempo además, pero no de una forma tan exagerada. Eso si, en el caso de Barcelona, tan sólo he podido percatarme de la existencia de estos sistemas de guía para ciegos dentro de las estaciones y otros lugares públicos. En Osaka, estaban por doquier... quizás llegaban a exagerar en algunas ocasiones.

Y es lo que no acabo de entender de Japón: ¿cómo es que un pais tan usui, donde los matices tienen tanta importancia, donde el lenguaje deja muchas cosas por entendidas, etc... es tan basto y tan bruto para otras cosas? Quizás sean estos contrastes lo que lo hacen tan atractivo para nosotros, los no-japoneses.

En fin, llegamos al rascacielos en cuestión, cogimos un ascensor enorme y nos bajamos en la quinta planta, donde estaba ubicado este centro de bienestar social.

Era una planta con varias dependencias. En el vestíbulo estaba la recepción con un par de chicos, y un montón de mostradores llenos de folletos informativos de todo tipo: desde profesores particulares, grupos excurionistas, clases de baile, de artes marciales, información turística, etc.

Habían dos columnas de aproximadamente un metro de diámetro cada una, alrededor de las cuales habían colocado un disco de cristal que servía de mesa sobre la cual reposaban cuatro ordenadores portátiles del año catapúm, atados a dicha columna con cadenas. Doy las sillas por supuesto. En las columnas también habían escritas las normas de utilización de los PCs, en japonés, coreano, "putón juán" (chino mandarín... X'D) e inglés. Para poder utilizar los PCs había que apuntar el nombre en un registro situado en recepción.

Comprobé el correo y en uno de ellos estaba reflejado el número de teléfono de una amiga a quien tenía que llamar. Ya lo tenía, pero como no estaba seguro si lo había apuntado bien en su momentó, decidí apuntarlo de nuevo. Me acerqué a recepción, pedí al chico que había un papel y un boli... y casi me da una papelería entera xD

Yo terminé de utilizar el PC antes que Marquitos, así que mientras le esperaba decidí pulular un poco por el centro para echar un vistazo a los folletos de información que habían por ahí. El dia siguiente tenía la intención de ir a visitar Nara, así que quería intentar informarme un poco más antes de ir allí.

Abandonamos el edificio y nos pusimos de camino hacia la estación de Osaka de JR. Una vez llegamos, nos fijamos que cerca de la entrada había una especie de oficina de información turística. Como el día siguiente no me iba a quedar más remedio que quedarme solo, entramos para conseguir aunque fuera un plano, ya que el chollo Marquitos se terminaba.

En el interior habían dos turistas americanos caucásicos que estaban siendo atendidos por una de las empleadas. A nosotros nos atendió otra mujer a la que le costaba evitar hablarnos en inglés. Me facilitó un mapa de la red ferroviaria de Osaka y alrededores, un horario de trenes de la estación de Osaka y algún que otro panfleto sobre Nara.

Una vez conseguido el material que necesitaba, decidimos, por fin, comenzar a hacer turismo por Osaka. El primer sitio que visitaríamos sería el castillo.

Mañana os cuento qué tal nos fue :P

2 comentarios:

Luis dijo...

Hola Robo!

Sólo puedo decirte que me tienes enganchado con tus peripecias niponas (será por esas historias de japonesitas que te ponen ojitos, o que van con micro-faldas en las escaleras del Hep-five :DDDD).

Y por cierto, si quieres quedarte con la tarjeta de recuerdo, intenta cargarla con un poquitín más de lo que necesites, y te la quedas (igual pierdes 10 yenes, pero no me seas tan catalán, hombre! :P)

Un abrazote
Luis

Robo dijo...

luisete:
Je, pues no había caido en el truco que dices para quedarme con la tarjeta, si no lo habría hecho.

De todos modos, no hay que subestimar al Yen, que parece tonto pero es una moneda con mayor valor del que parece.

弱肉強食 - jakuniku kyôshoku