Día uno (X): Descenso al inframundo - los "Snack"

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jueves, noviembre 09, 2006

Día uno (X): Descenso al inframundo - los "Snack"

Hoy parece que tengo poco trabajo, asi que mientras disimulo seguiré escribiendo la crónica. Así, cuando llegue a casa, me puedo tumbar y ver por la tele el programa de los muertos para ver cuántos la han diñado el día de hoy.

Recien salimos de la izakaya, nos dirigimos hacia la estación de Hanshin de Umeda. Serían alrededor de las 23h. Se notaba que era viernes. Estaba lleno de gente por doquier: muchas niñas enseñando chicha, muchos tios que iban de "guay", etc.

Por cierto, ahora que hablo sobre los tios, no se si he llegado a describir el estilo "moelno" que llevan muchos jóvenes por allí. Personalmente, considero que el estilo de moda que siguen los chicos japoneses es bastante cutre; a mis ojos parecían primates (no pongo "monos" para evitar confusiones). Aunque si lo pensamos, aquí en España tampoco es que podamos estar demasiado orgullosos, porque hay cada elemento por la calle que...

Lo que caracteriza a un chico "moelno" de uno que no es "moelno", a parte de la forma de vestir (que aquí sería considerado 'Hortera' en el caso de los moelnos) es el estilo de peinado. Hay muchos rubios; de hecho, me atrevería a decir que en el tiempo que estuve allí vi más kinpatsu (como llaman allí a los rubios) que en europa xD. Por supuesto, todos eran rubios de bote.

Luego se ponían el pelo con las formas más extravagantes posibles. Como si tuvieran crestas, en otro caso tapándose un ojo... muchas veces a mi me daba la sensación que habían salido a la calle recien levantados, tal cual. Mucha gomina.

De vez en cuando, en las esquinas, se podía ver a grupitos de cuatro o cinco "tios guays" en los cruces de las calles, fumándose un pitillo de forma desafiante, hablando o escribiendo mensajes por el movil, etc. Eran los llamados Hosts, buscando clientas.

¿Verdad que hace unos posts comenté que muchas mujeres buscaban estímulos fuera del matrimonio? Pues muchas de ellas recurren a los Hosts, aunque no es el único perfil de clientas del que echan mano. Los Hosts, en principio, son chicos de compañía. Te dan conversación y te hacen beber mucho... y se llevan un pastón. Los Hosts no son baratos. No necesariamente existe sexo cuando se está con un Host.

Pero claro, muchos de ellos tienen que salir a buscar clientas, por eso salen a la calle y se acercan a las mujeres para ofrecerles pasar un rato agradable (y dejarse una dineral) en el club donde ellos trabajan.

También existe la versión femenina, las Hostess, pero en este caso no es común verlas cazar clientes por las calles. No digo que no las hayan, solo digo que yo no las he visto. Ahora, como apreciación personal, creo que con las hostess es más difícil acabar manteniendo sexo que con los Hosts, aunque puedo afirmar nada con rotundidad.

Subimos al tren que estaba sensiblemente más lleno que cuando lo cogimos para acercarnos a Osaka, y paramos en la estación cercana a la izakaya que frecuentaba Marquitos.

Y si pongo izakaya en cursiva no es por capricho. Es porque es un término equivocado... ahora os explico.

Nos adentramos por un barrio en el que no había mucha gente por la calle a esas horas (no quiere decir que estuviera desierto). Las calles estaban llenas de edificios de varias plantas, de los cuales colgaban carteles luminosos que estaban divididos en un montón de recuadros, cada uno con una leyenda distinta. Estos cuadros pertenecían a los establecimientos que habían en el interior del edificio en cuestión.

Pero, ¿cómo podía ser que en un edificio de cuatro plantas, del tamaño de un bloque de pisos, hubieran más de 20 establecimientos?. Efectivamente, los establecimientos eran pequeños, y cuando digo pequeños quiero decir ¡ZULOS!

¿Que cómo se yo eso? Pues porque entramos a uno de esos zulos... ¡¡la famosa izakaya era en realidad lo que allí se conoce como Snack!!

Entramos en uno de esos edificios con carteles tan grandes y tan difíciles de leer. En la puerta había dos niñas, bastante ligeritas de ropa (hostess) que al parecer se estarían tomando un descanso o algo. Nos montamos en el ascensor y ellas se montaron con nosotros. Surgió la siguiente conversación:
- ¿No tenéis frío? - Les dije
- Nosotras siempre estamos calientes - contestó una de ellas
- ¿Os calentamos? - dijo la otra
- No gracias, las que os podríais quemar seríais vosotras - contesté
Se echaron a reir y se fueron a su lugar de trabajo. La verdad, no les hicimos demasiado caso porque tampoco eran precisamente lo mejorcito que habíamos visto por Osaka. Además, yo personalmente estaba hecho polvo. No tenía ganas de guarrillas X'D

Nos dirigimos a la puerta del local. Y digo local por llamarlo de alguna manera, porque como os he dicho, eso era un zulo... no, no era un zulo, ¡ERA UN ANTRO!

A ver, empecemos la descripción del lugar... vale, ya me he transportado mentalmente. Era una habitación de unos 7x4m con una barra de bar, detrás de la cual había una estantería plagada de cosas. La puerta estaba en el lado contrario a la barra, a la izquierda. En la pared de la derecha había un televisor de plasma.

La barra tenía un par de banquetas para sentarse, y delante de ella había un par de sofás con una mesa en el centro. En la pared contraria a la de la televisión había otro pequeño sofá con otra pequeña mesa.

Las paredes estaban empapeladas, el color era algo así como beige. De la pared había colgada una especie de lista de precios, escrita a mano sobre papel de estraza. Habían muchos rincones llenos de cosas, así desordenadas, desde revistas y periódicos viejos hasta una radio, un microondas, etc.

De todos modos, a pesar de ser un antro, no había ambiente de tal. Era como estar en el comedor de casa de algún amigo guarro (que todos tenemos alguno), pero que hubieran puesto una barra de bar en él.

Cuando entramos, en los sofás que habían a la derecha de la puerta, había sentado un grupo de unas 10 personas que estaban animadamente hablando entre ellas. Alrededor de la mesa pequeña de la izquierda, estaba la Mama del Snack sentada con una clienta de unos 50 años que venía acompañada por su hija de 26. Se la edad de la hija porque me la intentaron endosar, pero fui hábil y reaccioné a tiempo a pesar de mi deplorable estado mental.

Todo Snack tiene una Mama. La Mama es algo así como una maruja que, en lugar de enterarse por sus propios medios y mediante trucos sucios de los cotilleos del barrio mientras pasea al perro de turno, ¡¡es la gente la que va al Snack a contarle sus penas a la Mama!! Es algo así como si tu fueras a casa de la más cotilla de tu barrio a hablarle de tu trabajo, de tu familia y demás cosas mientras bebéis algo. Bueno, en el caso de la Mama es el cliente el que paga su parte y la de la Mama.

La Mama de aquel Snack... bueno, sería todo lo buena mujer que quisieras, pero para empezar, tenía una voz de aguardentosa sorprendente. El conjunto en si era un poco guarro. Recuerdo un detalle un poco escabroso: nos preguntó qué queríamos tomar y le pedimos un par de cervezas. Nos las trajo y nos dijo: "os voy a poner algo para picar", se puso la mano delante de la boca, tosió sobre ella (una tos de fumador empedernido) y, sin lavárselas, ¡¡nos trajo los platitos con las tapas!!

Ah, no es que nos hubiera invitado. Nos puso para picar porque a ella le dio la gana, simplemente.

Si Marquitos acudía tan a menudo a dicho antro era por algún oscuro motivo... no se (ni quiero saber) qué rollo tendría con la hija de la Mama. Sea como fuere, la intención era quedarnos allí hasta que llegara su hija.

Al parecer, los clientes de un Snack son en su mayoría amigos de la Mama de turno. Si alguna vez decidís entrar a un Snack os van a mirar muy raro a no ser que seáis introducidos por algún habitual al antro en cuestión. En este caso, yo fui introducido por Marquitos, y Marquitos a su vez lo fue por la hija de la Mama.

Nos sentamos con la Mama, su clienta y su hija de 26 años. Si no fuera porque estaban allí, no hubiera llegado a pensar que fueran gente rara. La conversación tocó los típicos temas: que si qué bien que hablaba en japonés, que dónde lo había aprendido, que cuándo había llegado, que si qué guapo que era... lo normal.

De repente, la Mama, en plan de coña le dijo a Marquitos (no recuerdo a cuento de qué) "PABO". Nos quedamos así como diciendo "¿Qué coño dice ahora esta tía?" y prosiguió: "PABO es 'tonto' en coreano".

Entonces le pregunté:
- Dashi'nun hangug'in imnikka? - (En coreano: "¿Es usted coreana?".
La Mama flipando, contestó:
- ¿Lo cualo? - (en japonés, claro).
¡¡Que se joda, me vengué por lo guarra que era!!

Proseguí:
- Na'nun hangugo'lul morum'nida. Shil'le hamnida. - (En coreano: "No entiendo coreano, lo siento")
Y es cierto. Todavía no se coreano, pero supe lo suficiente como para pegarme el moco y restregárselo por la cara tal y como hizo ella con la tos de antes.
- ¿¡Pero sabes coreano!?
- Que va, solo un poquito
- Ah, es que yo no se coreano
- ¿Entonces? - Respondí extrañado
- Es que me gusta decir palabras que escucho por ahí
Pues nada. Creo que llegamos a hablar un poco con los del grupo del otro sofá. Se fueron al cabo de un rato.

Yo ya estaba que no podía con mi alma, durmiéndome a la que apoyaba la cabeza en la pared. Quería volver a casa y dormir de una vez, pero esperé hasta el límite por Marquitos.

Hubo un momento en el que nos quedamos solos con la Mama, viendo la tele. Había un documental de animales si no recuerdo mal. Luego empezó a entrar más gente.

Primero, un hombre de unos 40 años que volvía del trabajo y pasó a tomarse algo y de paso contarle su vida a la Mama. No llegó a tomarse lo que la Mama le sirvió, pero eso no quiere decir que no le pagara X'D.

Luego entró otro hombre, de unos cincuenta-y-tantos, que tenía una pinta un poco más podrida. Se sentó en la barra a comer alguna cosilla. Estuvo hablando con nosotros... bueno, más bien conmigo. Se empeñaba en hablarnos en inglés, y a yo, que no me salía de los cojones daba la gana de hablar en inglés, contestándole en japonés hasta que acabó cediendo.

Según nos dijo, ese hombre había ido varias veces a España por trabajo, y había estado por los alrededores de Valencia.

Mientras tanto, el hijo de la Mama entró a comer algo. No hablamos mucho, ni ganas, la verdad.

Más tarde, entró una mujer de unos 45 años, así muy arreglada. Según me explicó marquitos, era la propietaria de un "club" del edificio en el que estábamos, en el que tenía dos hostess trabajando: sus propias hijas. ¿Serían las mismas guarrillas que nos encontramos en el ascensor?

No lo se, ni me interesaba tampoco. Yo lo que quería era regresar a casa, a dormir.

Mañana más :)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ostias Robo, creo que mi primer viaje a Japón no tuvo tantas aventuras fuertes como el tuyo...
Está tomando el diario un tono novela muy curioso... leñe que me estoy enganchando jajaja!

弱肉強食 - jakuniku kyôshoku