Día uno (VIII): El paraiso de los friquis

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martes, noviembre 07, 2006

Día uno (VIII): El paraiso de los friquis

Uei, que me he columpiado un día... vamos a seguir con la historia. Hoy explicaré algo que puede excitar a muchos friquis, así que, tomáoslo con calma, porque otro de los sitios a los que entré fue a...

Mandarake

Bueno, cuando dejéis de gritar continúo. Bien, para quien no lo sepa, Mandarake es una tienda de Manga (tebeos japoneses) y artículos relacionados, que van desde series de dibujos animados en DVD, sus bandas sonoras, figuritas, cromos, videojuegos y disfraces. Mandarake es una cadena de tiendas bastante famosa entre la gente a la que le gusta todo esto. No exageraría si dijera que es algo así como la Meca de los friquis, que por cierto, muchos de ellos ahora me estarán odiando por haber sido yo, que paso bastante del tema, en lugar de haber sido ellos los que fueran a dejarse tres sueldos en esa tienda comprando chorradillas.

Mandarake... pues la entrada estaba decorada como si fuera una cueva, y en seguida uno se podía encontrar con unas escaleras que llevaban al primer piso. Una tia vestida de cosa, con peluca gris plateada y ropa ceñida (no haré ningún comentario morboso porque en esta ocasión no merece la pena) nos daba la bienvenida con la típica voz de pito (véase este doloroso ejemplo) de la que se quiere hacer "mona": Irasshaimase!.

Estanterías, estanterías, estanterías y estanterías de manga y figuritas, una detrás de otra. Habían algunas maquetas bastante chulas. Hace un par de años que fui al Salón del Manga de Barcelona y, os puedo asegurar, que los precios a los que se venden estas cosas en Barcelona es por lo menos 5 veces mayor del que se puede encontrar en Japón. Habían muchas figuras con un toque (bueno, decir "toque" es rebajarlo demasiado) erótico que estaban bien, pero qué queréis que os diga, paso de gastarme los cuartos en eso.

Y ya que hablamos de erotismo, me llamó la atención ver a muchas chicas mirando Manga erótico. Iba a acercarme a alguna a preguntarle si quería que le hiciera lo mismo, pero al ver de qué tipo de erotismo se trataba, me eché para atrás... si, gran parte de los tebeos eróticos que leían algunas era lo que en el género se conoce como Yaoi, que no son más que aventuras homosexuales. Hice bien en ser prudente: el tiro me hubiera salido por la culata (nunca mejor dicho).

Al igual que en los Game Center que comenté en el post anterior, Mandarake también estaba plagada de viejos asquerosos, recien salidos del trabajo y salidos -valga la redundancia-, mirando lascivamente las figuritas de Bishôjo (niñas monas) que estaban expuestas... repugnante. En Japón, en lo que al erotismo en el manga se refiere, es muy difícil distinguir el límite de lo que puede ser considerado pederastia... y fuera de lo ficticio también: las Morning Musume fueron en su momento (ya son bastante puretas) un ejemplo de ello.

Al fondo de la tienda había como una especie de escenario, presidido por una maqueta de Mazinger-Z del tamaño de una persona, con un televisor en el que iban poniendo videos de karaoke de canciones de dibujos animados, y sobre el que, periódicamente, uno de los miembros de la tienda se ponía a cantar. Por supuesto, el que cantaba estaba muy metido en su papel y, necesariamente, iba vestido de cosa... lo que en términos técnicos se conoce como "hacer cosplay".

Hablando de cosplay, como tenía el encargo de comprar complementos de cosplay para alguien muy friqui que conozco (y que quizás se hubiera vuelto loca en dicha tienda), fui a preguntar por dichos complementos al apartado de cosplay de la tienda. Tras que la dependienta (también vestida de cosa, creo que de algún personaje de Gundam -una serie de robots-) reaccionara y comprendiera que le estaba hablando en su idioma, buscó a ver si tenía lo que le pedí, pero según su base de datos, no había na de na...

A Marquitos le hacen más gracia estas cosas, pero yo no lo acabo de entender. Hay algunos manga que me gustan y con los que me he viciado bastante, pero ya está. Para mi, el mundo del manga y el anime se termina cuando cierro las tapas del libro que leo.

No compré nada (podéis hacerme llegar vuestros abucheos aquí).

De todos modos, hay que decir que, tengas la afición que tengas, en Japón se pueden encontrar infinidada de comercios en los que se puede adquirir todo lo que quieras...

Pues como ya iba siendo hora de ir a cenar, decidimos buscar algún sitio para repostar. A parte, yo al menos, tenía los pies hechos polvo. Íbamos deambulando por los shôtengai, en busca de algún sitio que fuera interesante. A la puerta de todos los comercios, como ya comenté, había gente escandalosa animando al público a entrar en los establecimientos en los que trabajaban. Un consejo: en la medida de lo posible hay que procurar mirar a ninguno de ellos a los ojos. No es que te vayan a matar ni nada de eso, simplemente se te acercarán y comenzarán a contarte su vida con tal de que cedas y entres por no escucharlos más.

Yo cometí ese error. Se me acercó un tio y comenzó a soltarme una retahíla, y yo le estuve escuchando (claro, estaba buscando algún sitio para comer). Cuando terminó, le contesté (en japonés): "Gracias por la explicación. De todos modos queremos ver más sitios y si nos convence el tuyo vendremos". El chaval, se me quedó mirando con los ojos como platos y me dijo "¿¡¡¡EEEEH!!!? ¿¡PERO HABLAS JAPONÉS!?"... entonces, el que flipaba era yo, a lo que le contesté: "¿¡PERO EN QUÉ SE SUPONE QUE ME ESTABAS HABLANDO!?".

Luego, recordando la conversación, me di cuenta que ese tio, efectivamente me estaba hablando en Japonés, pero en medio del rollo que me soltó, dejó caer dos o tres palabras en inglés ¡Y YA SE CREÍA QUE HABLABA EN INGLÉS!... no sería la única vez que me sucediera algo así estando en Japón.

Al final dimos con una Izakaya (una especie de Bar de tapas -salvando las distancias- al estilo japonés) que Marquitos conocía. Para entrar en ella, teníamos que tomar un ascensor, y cuando el "llamador" de turno de dicha Izakaya se percató de que nos dirigíamos al ascensor, nos preguntó a qué planta íbamos y se empeñó en acompañarnos. Seguramente se llevaría alguna comisión o algo por cada persona a la que metiera.

Ala, me piro a cenar.

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