Día uno (IX): La izakaya y la chica de la falda azul

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miércoles, noviembre 08, 2006

Día uno (IX): La izakaya y la chica de la falda azul

Hoy, y sin que sirva de precedente, postearé después de cenar... con lo que más que un post esto es lo que se llama un postr...
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¡¡¡Cuñaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaao!!!

Pues nada, después de esta dosis de humor inteligente prosigamos con el relato (y a ver si me quito esta puta manía de escribir en primera persona del plural, que el único que está escribiendo aquí soy yo, joé).

Nos motamos en el ascensor, acompañado por el gritador de turno, y nos metimos en la Izakaya.

Como comenté en el post anterior, una Izakaya (居酒屋) es una especie de bar de tapeo, pero al estilo japonés, y que suele tener bastante buen ambiente y musiquilla de fondo. Suele acudir casi a diario gente de todo tipo: parejas, estudiantes, jóvenes organizando un gôkon, gente que sale del trabajo, etc.

La izakaya a la que entramos era un establecimiento pequeñito, situado en un segundo piso de un edificio de una de las calles comerciales de Umeda. El sitio al que nos hicieron pasar era un compartimento de unos 3x2m en el que habían dos mesas.

Una de las mesas estaba ocupada por un grupo de un chico y dos chicas, que estaban a su bola. Nosotros, por supuesto, nos sentamos en la otra mesa, pero el cabrón de Marquitos se sentó en el sitio donde se veía mejor a la más guapa de las dos, que dicho sea de paso, vestía una faldita azul que ocupó gran parte de nuestra conversación durante la estancia en el sitio.

No recuerdo exactamente qué pedimos; de beber, una jarra de cerveza de barril bien fría para cada uno. Indispensable que sepáis como se pide una jarra de cerveza: "Namabîru Icchô!" o "Namabîru hitotsu!" si estáis fuera de Osaka.

Me parece que también pedimos Tempura, Sashimi (rodajas de pescado crudo), Tamagoyaki (una especie de tortilla con un sabor más dulce), Karaage (pollo frito) y Edamame (algo así como habas en su vaina).

Me llamó la atención que en cada mesa había algo así como una especie de timbre para avisar al camarero. Cuando el camarero se acercaba a tu mesa, se arrodillaba en plan samurai, desenvainaba su cacharro electrónico para tomar pedidos y empezaba a apretar botones en función de lo que le fuéramos pidiendo.

Ah, como no podía ser menos, tuve que entrar al WC de aquel sitio :D. Nada que destacar salvo que era muy chiquitajo... bueno ¡si!: El lavamanos.

El lavamanos era una pieza de unos 25 cm de altura y 15 cm de profundidad que estaba semi-incrustado en la pared, a la altura de mi cintura (por lo que cuando lo descubrí, estuve dudando si se trataba de un lavamanos o de un urinario) con un grifo de 1/4 de vuelta.

La conversación durante el tiempo que estuvimos allí, a parte de hablar de la niña de la falda azul que estaba sentado a nuestro lado, trató sobre su plan frustrado de juerga en Tokio aquella noche, sobre los friquis de Mandarake, y sobre todo lo que había estado viendo aquel día tan intenso.

También me comentó si, cuando nos fuéramos, dado que no había podido ir a Tokio, tenía ganas de acompañarle a la Izakaya (tal como él lo llamaba) de unos amigos suyos a la cual solía acudir bastante a menudo. Simplemente había que coger el tren Hanshin y bajar una parada antes de la estación de Amagasaki Central Pool, cerca de la cual estaba su casa. Como me parecía relativamente cercano, y me prometió que sería algo tranquilito, accedí.

Cuando pedimos la cuenta y pagamos, un empleado nos trajo un par de papeles y lápices y nos pidió si, por favor, podríamos rellenar una encuesta. Era una encuesta sobre la satisfacción de cliente. Accedimos.

La encuesta era, por supuesto, en japonés y pedía puntuar en cinco niveles que iban desde la "decepción" a la "emoción" aspectos como el ambiente del local, la atención de los camareros, si nos habían tratado siempre con una sonrisa en la cara, etc.

Al final pedían datos de contacto como nombre, email y dirección postal. Ahí puse simplemente 海外・スペイン (Extranjero - España) porque consideré que con mi nombre y email ya tendrían más que suficiente.

Lo más divertido viene ahora. Preguntaban si teníamos alguna propuesta para mejorar el servicio todavía más. Ni corto ni perezoso, escribí: "Quiero que la niña de la falda azul que está sentada al lado nuestro trabaje aquí o que os busquéis la manera de que hayan más chicas en este local, jajaja". Marquitos, escribió: "Opino lo mismo que Robo, pero que la niña vaya con minifalda si puede ser"... gran detalle que no había tenido en cuenta; gracias Marquitos.

Pero fuimos unos mierdas, no nos quedamos con dos cojones ahí a ver cómo los camareros recogían y leían nuestras encuestas. Hicimos un amago de esperar en la puerta, pero al final cedimos... muy mal por nosotros.

Bueno, mañana más~★

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