Día uno (II): Llegada a casa de Marquitos

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miércoles, octubre 25, 2006

Día uno (II): Llegada a casa de Marquitos

Yo seguía sin tener capacidad de raciocinio, y lo único que me veía capaz de hacer era seguir a Marquitos y echarle el ojillo a alguna que otra japonesita que empezaba a anticipar lo que me iba a encontrar.

Hicimos un primer transbordo en la estación de Shin-Osaka, desde donde volvimos a pillar un tren hasta la estación de Osaka de JR, situada en el barrio de Umeda. Una vez llegamos a esta estación fuimos a recoger algo que Marquitos había encargado unos dias antes a una especie de mercado subterraneo situado por la zona.

[Nota para mi: por aquí falta una primera incursión a la superficie. Hacer memoria]

Mientras, con mi atontamiento y cargado con el equipaje, caminaba entre la marabunta de personas por este enorme centro comercial subterraneo, me iba estresando cada vez más y más. Intentaba adivinar por dónde me estaba moviendo pero, a pesar de saber leer las señales, no me veía capaz de situarme. Tan solo podía ver gente y comercios por doquier... ¡AH! Y bares, restaurantes y demás sitios para comer... en España muchas veces nos avergonzamos de la gran cantidad de bares que tenemos, ¿verdad?. Pues nada que ver con Japón. No se si fue sensación mia o qué, pero ahí la gente está comiendo lo que sea, donde sea y a la hora que sea.

Llegamos al sitio en cuestión. Era una licorería del centro comercial Hanshin. Hanshin (阪神) es una compañía ferroviaria que posee unas cuantas lineas ferreas en la zona de Kansai, y es, por decirlo de alguna forma, el principal patrocinador de los Hanshin Tigers, el equipo de béisbol por el que darían su vida la mayoría de los habitantes de Kansai. Pues bien, en Japón, la mayoría de estaciones de tren importantes hacen a su vez de centros comerciales, o de lo que sea: lo importante es aprovechar el espacio. En Japón, los edificios se aprovechan para albergar las cosas más dispares e inverosímiles, tengan o no relación entre ellas.

Mientras esperaba a que atendieran a Marquitos, yo estaba parado en el pasillo, con cara de tonto, mirando todo lo que me rodeaba y con la maleta a cuestas. Una de las chicas de la licorería me vio, y me dijo: "¿quieres probar los vinos que tenemos en promoción?". Sorprendido, le pregunté si eran vinos japoneses, a lo que me contestó que si, y que entre los que vendían se encontraba el que había sido elegido aquel año mejor vino de Japón. Pues nada, como la cata era gratis y la niña se mostraba simpática, pa' entro!

No estaban mal de sabor, algunos parecían quizás demasiado dulces para mi gusto; de todos modos mi opinión respecto a los vinos vale menos que una mierda puesto que yo me enchufo un cartón de Don Simón y un vino de calidad y no aprecio las diferencias, pero para hacerme un poco más el capullo entendido, me puse a oler el vino antes de bebérmelo.

Una vez recogido lo que habíamos ido a buscar, fuimos a pillar el tren Hanshin que nos llevaría hasta casa, ubicada en la localidad de Amagasaki, prefectura de Hyôgo. La ciudad de Amagasaki es famosa desde hace un par de años por un accidente de tren muy grave que se produjo por un error humano, debido a la presión psicológica que soportaba el conductor por ir retrasado. En Japón, los horarios de tren son SA-GRA-DOS.

Mientras ibamos de camino a casa de Marquitos, él me comentaba la posibilidad de ir aquella misma tarde de juerga a Tokyo... a más de 500 km de Osaka; total, sólo eran dos horas y media en el Shinkansen (tren bala). La oferta era tentadora, pero ni mi cuerpo ni mi mente se veían capaces de tal hazaña.

Llegamos a la estación de destino. Al contrario de lo que había visto hasta el momento, era una zona tranquila, con poco tráfico, de vez en cuando algún japo montando en bici y ya está. La casa estaba cerca de la estación, aproximadamente a un minuto a pie. Sólo teníamos que cruzar un par de calles y listos... pero cruzar una calle no sería algo tan trivial. Allí, como ya he comentado en alguna ocasión anteriormente, utilizan un lenguaje visual distinto al que utilizamos en occidente. Esto se puede ver, por ejemplo, en la ubicación de los semáforos; en España, los semáforos de peatones suelen estar en cada extremo del paso de peatones correspondiente, de modo que el peatón que quiere cruzar simplemente tiene que mirar al frente. Sin embargo, en Japón el concepto es distinto: los semáforos estan colocados en tu campo visual; dicho en otras palabras: tienes que ponerte a buscar el semáforo. Tranquilos, uno al final se acaba acostumbrando a esto.

De camino a casa, pude ver desde una barbería, con su pirulo de colores rojo, azul y blanco girando con afán sobre si mismo para atraer a todos los peludos de la zona, más "bares" que, vistos desde fuera, eran tanto o mas guarros que el peor bar de moros del Raval, un aparcamiento, una tienda de ropa... llegamos.

La puerta era de cristal traslúcido. Es una puerta que en Europa se utilizaría para departamentos interiores de una casa. Es que creo que tenía menos consistencia que una puerta de cuarto de baño. Pero no era solo esa casa, no... todas eran así. Ah... que bonitos que son los paises sin Rumanos y demás. A la izquierda de la puerta había una ventana con una reja... más que nada a modo testimonial, con un cartel que anunciaba el periodo de matriculación para una guardería de la zona. Delante de la ventana, una bicicleta de montaña con un candadito en la rueda trasera.

Entramos. Zapatos fuera. Welcome to Japan. Subimos a la planta de arriba, donde estaba él albergado. La planta de abajo tenía como una especie de oficina pequeña, que utilizaba esporádicamente el propietario de la vivienda. Las escaleras eran estrechas y con los escalones altos. Pensaba que me iba a matar subiendo la maleta.

La casa en si, como la mayoría de casas en Japón, era prefabricada. Cualquier golpe o pisotón más fuerte de lo normal se hacía notar por todo el edificio. Estuve tentado de hacer un poco el capullo dando pisotones, pero tampoco era cuestión de generar odios innecesariamente... al menos por el momento.

La planta de arriba estaba separada en dos/tres habitaciones, un comedor/cocina, un retrete y un baño/lavadero. En cada habitación habían splits de aire acondicionado y una unidad de intercambio de aire. El cagadero estaba justo delante de las escaleras. Era una pequeña habitación reservada exclusivamente para dejar allí lo mejor de uno mismo. La puerta del retrete tenía una pequeña ventanita, suficiente para ver si en el interior había o no luz.

Allí nadie sabe quién es el Sr. Roca. Allí la marca es "Toto"... mola porque da lugar a muchos chistes, como para decir "yo aquí lo dejo tó, tó y tó" y demás paridas que se me ocurrían mientras hacia fuerza. Desde luego, los WC japoneses de estilo occidental están muy bien pensados.

Los paletos que van a Japón por primera vez suelen quedarse flipados con el tema de los botoncitos, la tapa caliente y demás mariconadas que, la verdad, pueden llegar a ser útiles pero no es como para hacer un tema en el concurso de oratoria. La gente que utiliza el recurso de los botones de WC suele ser pobre gente que no está acostumbrada ni a los grifos ni a la energía eléctrica. El retrete que tuvo el honor de recibir mis necesidades (parafraseando al capítulo de "Los Simpson" en Japón) no disponía de estas tapaderas eléctricas. Era el retrete básico. La características principales son, en primer lugar, que son más cortos de profundidad, que el agua llega más arriba que en los occidentales (digamos que lo que cae tiene como más sitio para moverse, con lo que parece que hay menos) y tienen una cisterna de dos posiciones: 大 (dai/grande) y 小 (shô/pequeño), para tirar más o menos agua según lo que dejes ahí.

Lo que si que merece la pena, y casi lloro de emoción al verlo, es la parte superior de la cisterna. No, no está el triste tirador para hacer la descarga: hay una pequeña pileta y un grifo. Cuando se tira de la cadena, sale agua por ese grifo, agua limpia que puedes utilizar para lavarte las manos (si quieres) que cae a la pileta para desaguar en la cisterna. OLÉ. Con esto, ya sabemos que los japoneses se las lavan DESPUÉS, como tiene que ser.

Otro último apunte respecto al retrete es que, cuando se tira de la cisterna, primero se vacía el contenido del WC, con una violenta succión capaz de absorber al más resistente de los zurullos, y a continuación cae el agua hasta la altura "parezco una sopera". Ah, me olvidaba decir que los japoneses, a pesar de tener los botones que tanto fascinan a los paletos occidentales, disponen de papel higiénico... pero como muchas cosas de ese pais, el papel higiénico es "usui", poco denso... si, de una capa. Claro, no necesitas un papel mas resistente porque todo lo que te tenías que rascar y arrancar ya lo has hecho utilizando los botoncitos y tal... ah, el diámetro del tubo de cartón es sensiblemente inferior al estándar europeo.

Pues bien, decidimos que sería bueno darnos una ducha y luego irnos por ahí a comer o algo y luego pensar si finalmente iría con él o no a Tokyo de juerga aquella tarde. Me duché yo primero. El furo (baño japonés) suele tener tres zonas: lavadora y secadora, pila para lavarse las manos y la cara y, separado por una mampara, el baño en si, compuesto a su vez por una superficie con un asiento y un desagüe para limpiarse el cuerpo, y luego una bañera profunda para darse un baño relajante. El furo en el que me duché era pequeño, pero ya hacía lo suyo. Había que jugar bastante bien con los grifos del agua fria y el agua caliente, porque un error de calibración podría llegar a ser fatal.

Cuando salí, desperté a Marquitos, que había aprovechado ese tiempo para echar una cabezadita, me vestí y me puse a ver la tele un rato. No había nada interesante, tan solo algún que otro culebrón y magazines matinales para marujas con la "Ana Losa" (si, pretendía hacer un chiste) de turno en la tele.

Cuando salió de la ducha, aproveché para salir un momento de casa para hacer unas llamaditas a los coleguillas. Me acerqué a una cabina telefónica cercana a la estación e intenté llamar a Sergi (aka Kenji), Mash, Tetsuya, Tatsuya y Kanami. Al principio nadie cogía el teléfono... luego me daría cuenta de que pocos japoneses responden al teléfono movil durante el trabajo. Volví a probar llamando a Tetsuya y respondió :) Me alegré de hablar con él. Hacía mucho tiempo que no hablábamos. Le comenté que había llegado sano y salvo al sitio y dónde me estaba alojando.

Pues nada viendo que el resto de gente seguía comunicando, decidí volver a casa. Poco más que contar desde entonces: nos vestimos y salimos de nuevo a coger el tren en dirección a Umeda.

Como veis, el primer día está dando muuuucho de si X'D. Lo dejo por aquí por el momento.

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