Día uno (I): Entrando en Osaka

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martes, octubre 24, 2006

Día uno (I): Entrando en Osaka

Justo ahora que me disponía a escribir, resulta que hay algún problemilla con Blogger, así que lo haré en el notepad y luego copypastearé, como Dios manda; en fin, continuemos con el relato por donde lo dejamos ayer.

Marquitos me esperaba en la salida. Llevaba consigo un paraguas de plástico transparente, con el mango blanco. Este tipo de paraguas se suelen vender mucho en los combini cuando llueve. Son baratos y no están nada mal.

Tras los pertinentes saludos, fuimos a buscar el servicio (tenía que hacer mi primera descarga en la isla) y un teléfono público para llamar a casa y decir que había llegado entero. El lavabo del aeropuerto ya empezaba a anticiparme todo lo que me iba a encontrar en ese país: la automatización llevada al extremo. No es que vea mal que los urinarios tengan la cisterna automática, ni que los grifos se activen automáticamente; es más, creo que en sitios con gran tráfico de guarros personas habría que evitar en la medida de lo posible el contacto.

A la salida del WC habían unos cuantos teléfonos públicos y un expendedor de targetas telefónicas. Compré una de 1000 yenes, con la foto del Monte Fuji (para ser más japonés, o sea) e intenté llamar por teléfono a casa. Afortunadamente, Marquitos, que ya tenía experiencia con estas máquinas, me explicó la combinación misteriosa que debía marcar para realizar llamadas internacionales. No la recuerdo, pero os aseguro que no era cosa de marcar solamente el "0034" ni nada de eso, era algo más raro y difícil... como muchas de las cosas que vería en ese país.

Una vez hube despertado a mis padres con mi llamada a las 2AM hora española, el siguiente paso sería adquirir el JR Pass, un pase de tren especial para guiris que sólo se puede adquirir en el extrangero y que te permite montar en todos los trenes (excepto el tren bala "Nozomi") en un plazo de tiempo determinado. Lo que adquirí en España era un recibo que me tocaba canjear en la oficina de Japan Railways (JR, léase "yei-ar" y evítese cualquier vinculación con "Dallas"). Luego escanearé el JRPass y lo colgaré por aquí para que veais qué chulo que es. Aprovechamos la transacción para adquirir un billete para el "Haruka", el expreso especial del Aeropuerto de Kansai, para llegar hasta Shin-Osaka.

Obviamente, yo dejaba hacer a Marquitos porque, a parte de estar zombi por el cambio de horario no tenía ni idea de adónde ir. Je, si llego a estar sólo no se si me habría llegado a espabilar o no. Me llamó la atención que, al terminar la adquisición del JRPass y del billete de tren, hicimos un pequeño saludo con la cabeza para agradecer la atención de la empleada de JR, y la mujer, se levantó y nos hizo el saludo completo y correcto... ¡Efectivamente, estábamos en Japón! La verdad, no sería la primera vez que la corrección de los empleados de JR me sorprendería.

Cargado con la maleta, la mochila y la chaqueta, llegamos al andén del cual partiría en Haruka. Allí ya comencé a sorprenderme con algunos detalles, como la exagerada complejidad de las máquinas expendedoras de billetes del tren, todas ellas llenas de luces y botones, y el primer contacto con las prácticas máquinas expendedoras de bebidas (y demás) 自動販売機 (Jidô Hanbaiki), más conocidas como 自販機 (Jihanki), todas ellas, ¿¡cómo iban a ser menos!?, llenas de luces y de botones por todos sitios.

Mientras esperábamos, y tras que Marquitos me advirtiera: "Permanece despierto porque hoy vas a flipar", vimos como se acercaba al andén el servicio de limpieza, a quienes yo llamaría "Los Pitufos" por su atuendo consistente en una especie de boina azul y un traje de Super Mario, también azul, que se iban colocando en lugares predeterminados sobre el anden, y permanecían inmóviles hasta la llegada del tren.

El tren se detuvo dejando las puertas exactamente en el sitio en el que los pitufos estaban situados e, inmediatamente, estos entraron, colgando en las puertas un cartel indicando que estaban limpiando el tren. Desde el exterior, se podía ver cómo los asientos del tren giraban sobre si mismos para ser limpiados con mayor facilidad.

Intentando mantener la boca cerrada, me di cuenta de la ventaja que suponía el no encontrarse con el típico vomito de borracho al entrar al tren. Era la primera vez que veía que limpiaran el tren delante de mis narices. No dudo que en Barcelona también lo hagan, pero el ver cómo lo hacen delante de uno da muy buena impresión.

Ya sentados en nuestros respectivos asientos, le agradecí a Marquitos el que se hubiera levantado tan pronto para venir a buscarme a tan temprano, a lo que contestó que no era necesario que se lo agradeciera ya que no había dormido aquella noche... Pensé que quizás ambos estuvieramos en las mismas condiciones mentales en aquel momento.

El tren se puso en marcha y mientras Marquitos me contaba su vida y yo la escuchaba en segundo plano, no podía dejar de observarlo todo. En los paneles informativos luminosos del tren se podían leer los titulares de prensa de los principales periódicos. A medida que atravesávamos el puente del aeropuerto, se podía divisar al final del mismo un gran rascacielos, cuya forma recordaba una mano haciendo un "simpático" gesto de bienvenida con el dedo corazón. El cielo estaba nublado, e incluso diría que chispeaba un poquito, pero pensé que con suerte me libraría de la lluvia. Ciertamente, tuve bastante suerte. Según me comentaron más adelante, el día que llegué a Osaka, en la zona de Tokyo habían desde tifones a golondrinos sobaqueros... hice bien en aterrizar en Kansai en lugar de en Narita.

Cuando el tren llegó a tierra firme, comencé a flipar más todavía al ver la estructura arquitectónica de la zona. Muchas veces, se ven en fotografías de Japón, las casitas y las "calles" angostas... pero verlo en directo, aunque sea desde la ventana del tren, produce una sensación absolutamente distinta. Todo parecía tannnnnn cutre. Casas prefabricadas que se agrupaban por doquier de una forma descontrolada, sin ningún patrón arquitectónico aparente ni ningún estilo común entre ellas, formando entre si callecitas en las que no se podía apreciar practicamente ningún coche... a lo sumo gente montada en bicicleta.

Los coches solían estar aparcados en parcelas reservadas dentro de estos grupúsculos de viviendas, a los que los japoneses llaman 丁 (chô) pero que yo llamaría "gheto" (salvando las diferencias). De vez en cuando, algunas de estas parcelas dedicadas a aparcamiento estaban ocupadas por unas estructuras metálicas que hacían de aparcamiento automático, para poder aparcar vehículos en diferentes niveles.

También pude ver desde el tren un estadio cuyo nombre ahora mismo no recuerdo, que tenía un diseño bastante innovador y que rompía, más aún si cabe, la inexistente estética de la ciudad.

A medida que nos acercábamos al centro de Osaka, los edificios, llamemos "Rebeldes" aparecían con mayor frecuencia... ya comencé a perder la noción de la realidad cuando me encontré con centros comerciales en los cuales habían norias o montañas rusas incrustadas.

Uff... el primer dia fue muy intenso y mirad lo que llevo escrito hasta el momento para relatar las dos primeras horas en Japón. Creo que lo voy a dejar por aquí... o a lo mejor, después de cenar, saco fuerzas para continuar con el relato. Ya veremos.

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